martes, 16 de septiembre de 2008

El quinto grande se llama "Zizou"

Una nueva sección queda inaugurada en el día de hoy: las leyendas. En ella serán analizados todos aquellos futbolistas que dejaron su sello personal (de modo positivo, evidentemente) en la historia del fútbol mundial. La historia del fútbol profesional y de la que se poseen datos precisos es relativamente corta, pues es a partir de finales del siglo XIX cuando el deporte rey se puso de moda y los hoy en día más poderosos clubes tanto histórica como económicamente se fundaron. Aún así, en menos de siglo y medio, el fútbol ha sido engrandecido por cientos de futbolistas que merecen un recuerdo, pues es gracias a ellos por lo que tantos millones de niños comienzan a darle patadas a un balón en busca de llegar algún día a ese nivel de engrandecimiento. Hoy recordaremos al, posiblemente, mejor futbolista del fútbol moderno, es decir, desde que el fútbol evolucionó física y tácticamente, dificultando la labor de los jugadores a la hora de brillar: Zinedine Yazid Zidane, o simplemente, "Zizou".

Zinedine nace el 23 de junio de 1972 en la popular ciudad de Marsella, aunque posee orígenes argelinos. El pequeño "Zizou" destacaba muy jovencito en las calles marsellesas mientras pertenecía a las filas del modesto Castellane y, con sólo 14 años, abandonó a sus progenitores para entrar en la cantera de un clásico del fútbol galo: el Cannes. A los 17 años, aquel espigado chaval debutaba en la Ligue 1 (palabras mayores), y ya comenzó a dar muestras de lo que podía llegar a ser. El Girondins de Burdeos, uno de los grandes de la Liga francesa, le echó el ojo al mediapunta. Y no se equivocó. Tras cuatro años curtiéndose en su país natal, llegó a Burdeos la irrechazable oferta de la Juventus de Turín. Muchos hubieran pensado que aquel talentoso francés de 24 años no tendría cabida en el durísimo y competitivísimo Calcio, y que aquel traspaso, posiblemente aceptado por el ansia de hacerse un nombre en el fútbol, supondría el fin de una promesa, como otras tantas. Lejos de ocurrir esto, Zinedine desterró la frialdad que siempre había mostrado, pues vio que en Italia debería pelear como uno más para que aquel cementerio de futbolistas extranjeros no se lo llevara a él también. Se endureció, trabajó, mejoró en tareas defensivas e incluso tuvo alguna disputa con rivales. Este paso por Italia es fundamental para entender la evolución de Zidane, que aterrizaría en el 2001 en el Real Madrid por la mayor cifra jamás pagada en la Historia por un futbolista: 76 millones de euros (récord que ahora amenazan con superar los magnates de la Premier con otros jugadores como Cristiano Ronaldo o Kaká). En Madrid vino a confirmar lo demostrado en Turín, e incluso tuvo más facilidades para realizar el juego que él siempre ha gustado, lo cual agradecieron los exigentes aficionados madridistas. Dio rienda suelta a su repertorio de habilidades: ruletas, bicicletas, cambios de ritmo, controles al alcance de muy pocos (diríamos que ninguno), pases precisos en corto y en largo etc. En la selección francesa el juego del astro era muy similar al realizado con los "merengues". Si en Madrid eran Makelele y la pareja de este (Flavio Conçeiçao o cualquier otro) los que le liberaban del trabajo defensivo, en la selección eran Patrick Vieira y el propio Claude Makelele. El palmarés de Zinedine Zidane es asombroso: dos "Scudettos", una Liga, dos Intercontinentales, dos Supercopas de Eurpa, dos Intertotos, una Eurocopa, un Mundial (finalista en otro), una Champions League, tres Fifa World Player, un segundo puesto Fifa World Player y dos terceros, un Balón de Oro, un Balón de Plata, un Balón de Bronce, mejor jugador del Mundial, tres Onze de Oro, mejor jugador de la Champions League, Premios Gredos del Deporte, votado el mejor jugador europeo de los últimos 50 años y un Marca Leyenda. Admirable.

Sobre el césped, Zinedine era, ante todo, el canalizador del juego de su equipo (amén de puro espectáculo). Todas las jugadas de su equipo pasaban por sus botas, de las que salían fantásticos pases para realizar o bien aperturas o bien para meter pases verticales entre líneas. Un futbolista al que arrebatarle el esférico suponía un auténtico problema, pues sus controles orientados le permitían acomodarse el "cuero" en milésimas de segundo. Además, si se le presionaba intensamente con uno o más de un jugador, "Zizou" era capaz de poner en práctica su ilimitada imaginación para sortear al/los rivales y colocarse en predisposición de crear juego. Su espectacular físico (1,85 metros) le permitía ser constante en el juego y no venirse abajo con el paso de los minutos. Su altura le permitía cabecear con mucha potencia y anotó unos cuantos goles de esta manera el crack galo. Buen trabajo también el que realizaba en la contención, imponiendo su intimidatorio físico ante los centrocampistas rivales. Su juego sufrió una evolución con el paso de los años y, tras empezar como mediapunta, concluyó su carrera más como un mediocentro ofensivo. Una magnífica carrera tan sólo empañada por el cabezazo que le propinó a Materazzi en la final de la Copa del Mundo de Alemania en el año 2006 (la lesión de Vieira lo desmotivó de manera alarmante, e incluso llegó a pedir el cambio), adelantando su retirada del fútbol y perdiendo la oportunidad de acabar con un nuevo título en sus vitrinas. Es, para muchos, el quinto más grande de la Historia.

No hay comentarios: